Después del incidente en aquel hotel, Luka marcó una línea con su jefe, lo que pareció funcionar por algún tiempo, sin embargo, ¡Su jefe siempre está detrás de él!.
¿Qué puede hacer para evitar caer en las garras del mafioso?
📌Segunda novela de la trilogía: Hermanos Mancini.
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Capítulo 07. Estallido de ira.
—Yo ya me tengo que ir, mañana tengo que regresar temprano a casa. —Dijo Emanuele, mientras se ponía de pie.
—Yo también tengo que irme. —Luka se puso de pie, sin embargo, había tomado demasiado y sus pies tambalearon, por suerte, Emanuele alcanzó a agarrarlo.
—Reservé una habitación en un hotel, a dos calles de aquí, pueden dormir ahí. —Andrea sacó de su pequeña mochila riñonera, la tarjeta con la dirección del hotel y se la entregó a Emanuele.
—Gracias. Te lo pagaré en cuanto regresé. —Emanuele se veía demasiado tierno, aunque era alto y musculoso.
—Somos amigos, nos cuidamos entre nosotros. Pero si te hace sentir mejor, quiero que nos reunamos en unos días, sin Luka, preferentemente. —Murmuró. Luka había caído noqueado por el alcohol. Si Emanuele no lo estuviese sosteniendo, seguramente estaría tirado en el suelo.
Él asintió, un poco confundido por la repentina petición. Aunque Andrea le había agradado, no se sentía con la suficiente confianza como para reunirse con él a solas.
—Bien, bien, ya vete, mi amigo necesita dormir.
Andrea golpeo, con palmaditas, el hombro de Emanuele. Él, que no estaba muy familiarizado con el contacto físico, intentó sonreír, aunque únicamente pudo formar una mueca. Andrea rodó los ojos, ahora entendía como es que esos dos se habían acercado mucho.
Se despidió de él, agarró su bebida y se perdió entre la multitud, gritando y bailando. Emanuele elevó una de sus cejas, aun le era difícil comprender como, una persona tan reservada e introvertida como Luka, podía ser amigo de alguien tan social y extrovertido como Andrea.
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Al llegar al hotel, Emanuele cargó a Luka hasta la habitación reservada anteriormente. Encendió la luz, y caminó hacia la cama. Era una cama grande y redonda, aunque el diseño le sorprendió un poco, cuando se acercó a dejar a Luka, las cosas sobre la cama le sorprendieron aún más. Él no era santo, ni mucho menos, sabía perfectamente para que se ocupaban esos objetos, por supuesto, eso no evitó que se sintiera avergonzado.
Decidió ignorar las cosas, y colocar a Luka del otro lado de la cama, después de quitarle los zapatos y el cinturón, decidió quitar los objetos de la cama y guardarlas en el cajón de al lado.
Estaba cansado y tenía sueño, pero no quería incomodar a Luka durmiendo en la misma cama que él. Agarró una frazada y se sentó en el sillón reclinable que había. Apenas y cerró los ojos cuando la vibración de un celular lo hizo abrirlos nuevamente. Miró el celular de Luka, el cual había dejado anteriormente en el buró, era el responsable de ese ruido.
Después de dudarlo por unos segundos, decidió ponerse de pie y ver la llamada, tal vez era su madre, que estaba preocupada por él. Caminó hasta el buró, sin embargo, para cuando llegó y agarró el celular, la llamada se había cortado. En la pantalla, el nombre de “jefe idiota” apareció. El celular volvió a vibrar y él arrugó las cejas.
Luka le había contado sus exhaustas horas laborales y lo exigente que era su jefe, pero nunca pensó que incluso a esa hora de la madrugada estuviera llamándolo. Dejó pasar la llamada, después de todo, Luka estaba ebrio y no podía contestar en ese estado.
Sin embargo, y contrario a lo que él pensaba, el teléfono no dejó de vibrar. Las llamadas siguieron entrando una tras otra. Ya cansado de la situación, entró a la ducha, y respondió.
—Hola. —Saludó educadamente.
[¿Quién eres tú y qué haces con el celular de Luka?, olvídalo, comunícame con él.]
El tono autoritario y enojado, le dejaba claro que no estaba de buen humor, sin embargo, Luka no estaba en condiciones de atender a nadie. Además, consideraba incorrecto que llamara a altas horas de la noche. El hecho de ser su jefe, no le daba el derecho de perturbar sus horas de sueño.
—¿Es muy importante? —Cuestionó, del otro lado, un fuerte estruendo se escuchó, fue como si se hubiese roto algo de vidrio.
[¿Y a ti qué mierda te importa?, si te digo que me comuniques con él no haces preguntas tontas, ve a donde está y despiértalo]
Emanuele se obligó a contener sus palabras, lo menos que quería era causarle problemas a Luka.
—Está cansado y está dormido, no pienso despertarlo si no es algo urgente. —Emanuele habló con vos seria.
Hubo un silencio atroz del otro lado de la línea. Pasaron varios segundos antes de que Leandro volviera a hablar. Y, aunque había bajado el tono de vos, aun podía escucharse un tono gélido en sus palabras.
[¿Están juntos?, ¿van a dormir en la misma habitación?]
Aunque fue una pregunta un poco personal, él no dudó en responder—. Si, vamos a dormir juntos.
Tan pronto como terminó de hablar, un fuerte estruendo le hizo quitar el celular de su oído, y, un segundo después, la llamada había terminado. Sin darle importancia, regresó a la habitación. Apagó el celular y se sentó nuevamente. El sillón no era especialmente incómodo, sin embargo, seguía prefiriendo dormir en una cama.
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A la mañana siguiente, Luka acompañó a Emanuele a la estación de tren para que regresara a su casa, después de despedirse, miró el reloj en su mano, eran más de las nueve y se supone que debería estar en casa de Leandro antes de esa hora. Se sintió cansado y soltó un suspiro de frustración.
Subió a un taxi y fue directamente a la casa de Leandro. No era una hora concurrida, así que el viaje fue muy fluido. Después de bajar del taxi, caminó hacia la lujosa casa, según lo que Leandro le había dicho por mensaje, lo estaba esperando ahí.
Cuando llegó al lugar, la casa estaba rodeada de hombres vestidos con ropas de camuflaje y zapatos militares. Le sorprendió el descaro con el que exhibían las armas de alto calibre a esa hora de la mañana. Aunque el lugar era privado, y había poca gente, aun se arriesgaban a ser vistos por alguien.
Luka rodó los ojos y siguió caminando, saludó cortésmente a todos y ellos le regresaron el saludo. Al entrar a la casa, vio a Dylan, Alessandro y Leandro reunidos en la sala. Los tres tenían sus armas sobre la mesa y se veían un poco nerviosos y alterados.
—Señor Leandro, lamento tardar tanto. —Se disculpó enseguida. Los ojos de Leandro ni siquiera se fijaron en él, únicamente le hizo una señal con la mano para que ocupara un lugar a su lado.
Luka dio dos pasos para acercarse, sin embargo, la fiera mirada de Luka hizo que se dirigiera al sillón donde estaba Alessandro.
—Hermano, ¿Qué quieres que haga? —Preguntó Leandro, después de un par de segundos en silencio. Luka miró a Leandro y luego a Alessandro, tratando de entender que estaba ocurriendo.
—Nos mantendremos al margen, esos imbéciles no saben con quién están tratando. Por el momento, manténganse alerta y vigilen todo, una vez que recibamos noticias nuevas, veremos cómo encontrarlos y acabar con ellos.
Luka arrugó las cejas, un poco confundido. Había llegado tarde y vio a hombres completamente armados, además, ahora hablaban de mantenerse alerta, seguramente había problemas con una mafia contraria.
—Bien. —Dylan se puso de pie y Leandro le siguió, Alessandro hizo lo mismo—. Hablaré con mi gente. Regresaré a Estados Unidos y buscaré algo con mi informante en la DEA. —Dijo. Los dos capos asintieron.
Tener a tres líderes de la mafia ahí, frente a él, le haría dar escalofríos a cualquiera. Miró a Dylan, él se veía arrogante y poderoso, con una mirada fría y llena de superioridad. A su lado, Leandro, con un porte amenazante y cruel, sin duda parecían una pareja creada en el cielo, o en el infierno. Sus ojos se perdieron en ese par, no reacciono hasta que un ligero golpe en su hombro lo sobresaltó.
—¿Qué pasa? —Preguntó, mirando a Alessandro.
—Te preguntaba sobre tu hermano, ¿cómo está?, ¿vive bien al lado de Vicenzo? —Luka no sabía si sentir lástima por él, o estar feliz de que su hermano fuera querido. Siempre que se encontraban, Alessandro no dudaba en preguntarle por Elio, tal vez, aún mantenía la esperanza de poder estar con él.
—Está bien. Su matrimonio marcha perfecto, incluso adoptaron a una perrita. —Respondió. Se sentía mal diciéndole eso, pero, recordando las palabras de Alessandro, era mejor si alardeaba un poco sobre la felicidad de Elio.
Alessandro sonrió, apenas con ganas—. Gracias. —Murmuró.
Despues de darle una palmadita en el hombro, se alejó y se fue. Luka soltó un suspiro pesado y se dejó caer sobre el respaldo del sofá. Ver la mirada decaída de Alessandro le incomodaba mucho, porque sabía que él, en parte, era el causante de su sufrimiento.
—¿De quién es? —La pregunta repentina lo hizo ponerse de pie al instante. Leandro estaba recargado en un muro, viéndolo fríamente. Miró a todos lados, pero no vio a Dylan, seguramente ya se había ido—. Luka, ¿De quién mierda es? —Los ojos de Leandro se agudizaron y su rostro parecía querer derramar sangre.
—¿De… de que hablas? —Su cejas se arrugaron, mostrando confusión.
—¡No te hagas el idiota! —Gritó, logrando crispar su piel—. ¡¿De quién mierda es la camisa que traes puesta?! —Leandro caminó hacia él, dando grandes pasos, estiró la mano y lo agarró del brazo, mientras que con su mano libre, agarraba la camisa de Luka.
Como no tenía ropa, Emanuele le había prestado una de sus camisas, aunque le quedaba un poco grande. Era de un color azul claro, con un estampado de una nube y un arcoíris en medio. Él aceptó usarla porque no quería usar la misma camisa del día anterior, nunca pensó que eso iba a causar un estallido de ira en su jefe.